Obra

Pedí un permiso especial para fotografiar la Catedral de San Miguel Allende desde el Palacio Municipal, deseando que hubiera un atardecer de colores. Después de mucho esperar y triste porque no ocurría y perdería mi oportunidad, me quedé sentado durante horas, contemplando aquel edificio. De repente, se desató una tormenta eléctrica. No lo podía creer. Saqué de nuevo mi cámara y comencé a disparar como loco, esperando captar esa magia. Horas después, caminé feliz, sabiendo que quizá había logrado una toma que le hiciera honor a la hermosa esencia de este Pueblo Mágico.

Algunas veces, permanecer necio, durante horas, después de un frustrante atardecer y esperando a que ocurra algo especial, tiene sus recompensas.