Obra
VIDA
Riviera Maya, México. 2018
Esta foto tuvo varios intentos. Regresaba a ver cómo se comportaba la luz a diferentes horas del día, metiéndome de nuevo al agua, que me llegaba hasta el cuello, y apenas asomando mi cabeza, al igual que el tripié de la cámara.
Miles de murciélagos volaban, me moría de frío y pensaba: “no pasa nada diferente con la luz, pero igual me siento feliz de estar aquí y de no haberme quedado con la duda”. De pronto, entraron unos rayos de luz, casi místicos, y las paredes de la cueva se pintaron doradas.
Estas sensaciones de gratitud y humildad ante tanta magnificencia no se pueden plasmar en una imagen, pero este es mi mejor intento.